Los autores proponen la biorregión como la unidad compleja mínima necesaria para replanificar las transiciones ecosociales, pues el enfoque biorregional nos brinda el soporte espacial desde el que abordar la reterritorialización de la economía, la cultura y la política
Habitamos un cambio de época en el que las discontinuidades están garantizadas. Las múltiples crisis sociales que convergen con el desbordamiento de los límites biofísicos del planeta, derivados del crecimiento ilimitado de la economía, nos garantizan que se van a producir cambios profundos en las formas en que se organiza la vida en común. Estas reorganizaciones radicales trastocarán las inercias de las relaciones entre las personas y de estas con el territorio, afectando potencialmente al conjunto de instituciones sociales, políticas, económicas y culturales.
En este horizonte, la transformación de los patrones territoriales es imperativa. Las dinámicas territoriales heredadas resultan inviables a medio plazo. Los usos del suelo, las formas de habitar, la movilidad masiva y, especialmente, el funcionamiento de una economía mundializada no son perdurables.
Todo apunta a que, en un marco global determinado por la escasez de energía, la inseguridad y el desbordamiento de los límites biofísicos planetarios, la continuidad de las lógicas de deslocalización, impulsadas por el crecimiento indiscriminado de un capitalismo globalizado amenazan con colapsar y han de ser reformuladas con urgencia para adaptarlas a nuevos paradigmas civilizatorios. Aunque tampoco podemos obviar la imposibilidad de renunciar de manera inmediata a la totalidad de flujos entre los espacios de mayor productividad ecológica y los territorios que de ellos dependen.
Estructuras territoriales coherentes
Por todo ello, es preciso imaginar estructuras territoriales congruentes con las transiciones ecosociales. El paisaje que vemos y habitamos es un reflejo de la sociedad inscrita sobre el territorio, la traducción material de una forma de organizar la vida y la economía. Necesitamos vislumbrar estructuras espaciales congruentes con los requerimientos del desafío de relocalizar y reescalar nuestra economía con criterios de justicia social y preservando los ecosistemas naturales. Nuevos imaginarios territoriales que nos sirvan para superar los paradigmas del crecimiento ilimitado y dar prioridad a la idea de garantizar una vida digna a todas las personas y comunidades en un planeta habitable.
El enfoque biorregional nos brinda el soporte espacial desde el que abordar la reterritorialización de la economía, la cultura y la política. Una noción que apela a la reorganización radical de las relaciones sociedad-territorio-naturaleza, invitando a materializar nuevas formas de habitar conforme a normas, técnicas, prácticas y economías para la vida, es decir, adaptadas al correcto funcionamiento de los ecosistemas y que permitan la satisfacción de las necesidades humanas.
La biorregión emerge como el marco para pensar de forma compleja las transiciones ecosociales, y como unidad de complejidad mínima necesaria para planificarlas. Son territorios definidos por características geográficas y límites naturales humanamente reconocibles, integrados en redes cooperativas que persiguen una autosuficiencia conectada.
En ellos se compatibilizan las realidades urbanas, rurales y naturales, y se coordinan las necesidades sociales con las biocapacidades ecológicas para ofrecer un soporte de vida digna y justa a todos sus habitantes. La biorregión tiene la escala adecuada para albergar una diversidad de ecosistemas y a la vez ser una unidad coherente y funcional desde la que reorganizar los metabolismos sociales, optimizando los recursos endógenos e impulsando procesos de proximidad y circularidad.
Sería, por tanto, el soporte territorial básico desde el que diseñar estrategias orientadas a la autonomía energética, alimentaria y económica, preservando la integridad de los ecosistemas e incorporando atributos democráticos, participativos y de justicia social.
Más allá de su consideración particular, el concepto biorregional solo tiene sentido como sistema de redes cooperativas que asumen su interdependencia y compatibilidad con otras formas institucionales en los ámbitos nacionales y globales.
La biorregión, en esencia, se basa en la conexión, el intercambio y las relaciones no jerárquicas entre las distintas dimensiones que la componen de forma inseparable (antropológicas y ecológicas, urbanas y rurales, económicas y metabólicas…). La cooperación es consustancial a cómo se conciben los patrones de interacción entre unas biorregiones y otras. Una propuesta que gravita sobre la resiliencia y la autonomía de las realidades locales, a la vez que huye de localismos miopes y autosuficiencias imposibles, enfrentándose a identidades regionales excluyentes, que eludan saberse interdependientes de otras regiones y comportarse de forma solidaria con quienes las habitan.
Nacimiento de la idea de biorregión
La idea de biorregión no es nueva, Peter Berg y Ray Dassmann acuñaron el concepto en 1977 para nombrar territorios que habrían de ser reimaginados y rehabitados a partir de una conciencia ecológica que llevara a las comunidades humanas a integrarse en su hábitat. Corrientes de pensamiento anteriores, como la geografía anarquista y el regionalismo ya habían apuntado modelos territoriales en sintonía con la idea de biorregión, basándose en la conservación y reproducción de los recursos locales, en la proximidad entre producción y consumo, y en la autonomía y cooperación política.
El interés de retomar y reactualizar el enfoque biorregional en la actualidad se debe a su potencia explicativa para visibilizar los desafíos del presente, y a su capacidad evocadora que moviliza imaginarios alternativos para delinear propuestas consistentes y congruentes en clave territorial.
Presenta también el potencial de ser espacio de encuentro de distintas disciplinas científicas (geografía, urbanismo, antropología, sociología…) y de integrar la mirada de diversas culturas y cosmovisiones, así como de movimientos so¬ciales preocupados en impulsar una nueva cultura del territorio. En las últimas décadas se están planteando propuestas ancladas en la visión biorregional, tanto desde Europa (Francia e Italia principalmente) como desde Norteamérica o América Latina.
Abrir un proceso de reflexión
Desde el Foro Transiciones hemos decidido sumarnos a esta conversación, para lo que hemos iniciado un proceso de reflexión colectiva, en el que recapitulamos el origen, significado e implicaciones de la idea de biorregión, vinculándola con la crisis ecosocial y la necesidad de iniciar procesos de reterritorialización metabólica, económica, cultural o política.
En este libro invitamos a personas expertas en distintos campos temáticos, desde la economía ecológica al urbanismo feminista, desde la transición energética a la agroecología, desde la gobernanza y la economía social al ecourbanismo, a reflexionar desde la perspectiva biorregional considerando su conexión con distintas agendas transformadoras.
El objetivo era complejizar, complementar, ampliar los significados del término y problematizar la propuesta biorregionalista, planteando un diálogo entre el territorio y las necesarias transiciones que debemos afrontar como sociedad. También presentamos algunos análisis concretos de territorios desde el enfoque biorregional, y una visión de distintas iniciativas que se están dando en el conjunto de Europa.
Un concepto y una agenda
La biorregión es una aproximación cuya dimensión material, como territorio-soporte que alberga los recursos necesarios para desarrollar la vida, resulta inseparable de su dimensión social, de la que surge el conocimiento, la memoria y el impulso para poner en marcha nuevas formas de organización, gobierno y gestión del territorio.
Por ello en la propuesta biorregional se suman la territorialización de la economía, de la cultura y la política. Esto incluye las acciones encaminadas a cerrar los circuitos de producción-consumo en proximidad, intentando superar las dependencias de materiales y tecnologías externas que dificultan su relocalización, mediante la vinculación de actividades de la cadena productiva, y la creación de las infraestructuras y servicios necesarios para ello.
Pero también se refiere a la diversificación de los ecosistemas económicos, fortaleciendo las economías públicas y sociales, más arraigadas en los territorios y con una orientación clara a satisfacer las necesidades sociales sin priorizar el lucro monetario. El sector agroalimentario puede ser un buen referente de dinámicas de territorialización, pues además de tener graves impactos ecológicos y sociales, y de ser altamente vulnerable en un contexto de cambio global, presenta un gran potencial de desarrollo y escalado de modelos que se vienen ensayando en redes alternativas de consumo e iniciativas agroecológicas de base local.
En el ámbito político, el avance hacia nuevas institucionalidades de escala biorregional pasa en un primer momento por la iniciativa de los gobiernos municipales, que pueden liderar procesos de coordinación comarcal, cediendo protagonismo a ciudades medianas y pequeñas y a espacios rurales.
Pensar en un gobierno territorial basado en la participación y en la coproducción de políticas públicas puede parecer muy complejo, pero contamos con ejemplos de estrategias sectoriales, como pueden ser las de alimentación saludable y sostenible, y con herramientas de gestión de recursos, como los Contratos de Río o de Costa, o las Cartas de Paisaje, que nos muestran el camino hacia nuevas institucionalidades.
Finalmente la territorialización cultural está en el centro del mismo concepto de biorregión y de su etimología como ‘lugar de la vida’. Los diversos autores que han escrito sobre el término hablan de rehabitar la biosfera, ser nativos del lugar, guardianes del territorio o de coordinarnos bajo una conciencia del lugar. Este cambio cultural supone la creación de nuevas identidades colectivas que frente al vértigo y ansiedad que nos genera el cambio de época, perfilen futuros deseables en los que los estilos de vida se adapten a los límites ecológicos sin renunciar a la satisfacción de las necesidades vitales. Para ello es fundamental el papel de la educación, el arte, la comunicación y la creación cultural.
Las redes biorregionales como referencia
La urgencia temporal que impone la crisis ecosocial actual contrasta con la lentitud necesaria para regenerar los ecosistemas naturales, rediseñar los asentamientos humanos y transitar el cambio cultural que genere nuevas formas de habitar el territorio. Este es el desafío que encara la construcción de biorregiones.
Nuestras sociedades van a adaptarse de forma imperativa a los límites biofísicos del planeta, no es una hipótesis sino un dato. Lo discutible es si lograremos hacerlo de forma ordenada o de forma caótica, si podremos planificar estas transiciones o iremos improvisando según vayan agravándose las múltiples crisis. Si queremos anticiparnos a los peores escenarios, tenemos la responsabilidad de imaginar y poner en marcha formas de organizar el territorio que sean capaces de ajustarse a los límites ecológicos, con criterios de justicia social y fortalecimiento democrático.
La ‘vuelta a los territorios’ es una referencia para relocalizar la organización de sociedades y economías. El enfoque biorregional, aunque se despliegue espacialmente, tiene un profundo sentido cultural vinculado a la conciencia de especie, a la preservación/reproducción de la vida y a la imprescindible resiliencia que ello comporta en tiempos de crisis. Supone una identidad colectiva vinculada a la conciencia sobre las singularidades del territorio que resulta abierta, flexible e inclusiva.
Ya no quedan lugares por descubrir y, sin embargo, da la sensación de que necesitamos volver a explorar la tierra que pisamos para conocerla en profundidad. El enfoque biorregional no consiste pues en hacer unos mapas nuevos, para adentrarnos en terrenos desconocidos, sino en una invitación a construir una nueva geografía regenerando y reorganizando nuestros territorios.
‘Biorregiones. De la globalización imposible a las redes territoriales ecosostenibles’
Editores: Nerea Morán Alonso, José Luis Fdez. Casadevante «Kois», Fernando Prats y Agustín Hernández Aja.
Autores: Rafael Córdoba, David Fanfani, David Gallar, Yayo Herrero, Pedro Lomas, Antonio Lucio, Alberto Matarán, Jorge Ozcáriz, Thierry Paquot, Juan Requejo Liberal, Isabel Vara, Blanca Valdivia, Carlos Verdaguer.
ISBN: 978-84-19778-27-7
Editorial: Icaria
Colección: Akademeia
Año de publicación: 2023
Esta publicación ha sido coordinada por el Foro Transiciones (https://forotransiciones.org/), un think tank de corte eco¬lógico y de composición transdisciplinar, auspiciado por las Fundaciones Conama y Fu¬hem, con el objetivo de elaborar, debatir y divulgar, desde la pluralidad, contenidos en torno al cambio de época, la amenaza real de colapso de los recursos, ecosistemas y ciclos naturales que sustentan la vida en el planeta y avanzar hacia un gran acuerdo social de mayorías para transitar hacia un estadio en el que los límites de biocapacidad del planeta puedan convivir con niveles de bienestar suficiente en una sociedad más justa y democrática.
El informe cuenta con la financiación del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico a través de la convocatoria pública de subvenciones a entidades del Tercer Sector para actividades de interés general consideradas de interés social en materia de investigación.
Autores de este artículo:
Nerea Morán Alonso, José Luis Fernández Casadevante “Kois”, Fernando Prats y Agustín Hernández Aja.