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ancianos en la ciudad

¿Y qué pasa con las personas mayores en nuestras ciudades?

El pasado lunes 23 y martes 24 de noviembre, el Gobierno Vasco y ONU-Habitat organizaron la reunión de expertos “Ciudades para todos: Envejecimiento e Inclusión”, en el marco del Euskal Hiria 2020. Distintos expertos nacionales e internacionales y representantes institucionales dialogaron sobre buenas prácticas, proyectos y políticas urbanas enfocadas a mejorar las condiciones de vida de las personas mayores en las ciudades.

Para 2050 el 37% de la población en España tendrá 65 años o más, frente al 20% actual. Esto implica una transición que afecta irremediablemente la configuración de las ciudades y obliga a repensar cómo las ciudades deben entenderse, diseñarse y gestionarse para integrar e incluir efectivamente a todos los grupos sociales, incluidas las personas mayores.

Por esta razón, la Reunión de Expertos internacionales bajo el tema “Ciudades para todos: Envejecimiento e Inclusión”, debatió en torno a las políticas urbanas enfocadas a mejorar las condiciones de vida de las personas mayores en las ciudades, y compartió un conjunto proyectos identificados como buenas prácticas en torno a cuatro aspectos clave: vivienda, movilidad, espacio público y cuidado de la salud.

Iñaki Arriola, consejero de Planificación Territorial, Vivienda y Transporte del Gobierno Vasco, abogó en la sesión de inauguración por abordar este fenómeno desde un enfoque múltiple y un tratamiento integral, y señaló que el Gobierno de Euskadi que este tópico se transversaliza en la Agenda Urbana- Bultzatu 2050, en cuestiones como el modelo de ciudad, la salud, la vivienda, los equipamientos de cuidado, la calidad del espacio público, el comercio y los servicios de proximidad.

Además del consejero, durante la inauguración intervinieron Arantza Leturiondo Aranzamendi, vice-consejera de Planificación Territorial del Gobierno del País Vasco, el periodista vasco Iñaki Gabilondo, la profesora asociada de gerontología de la Universidad de Helsinki y de la Red de Investigación sobre el Envejecimiento en Europa, Kathrin Komp, y Shipra Narang-Suri, jefa de la División de Prácticas Urbanas de ONU-Habitat.

En su intervención, la Sra. Narang-Suri destacó que existe amplia evidencia empírica que muestra que la morfología de las ciudades tiene consecuencias directas para la población, y de forma particular para los grupos vulnerables, entre los que se encuentran las personas mayores, en términos de salud, acceso a servicios, equidad, integración social, seguridad, provisión de oportunidades y resiliencia, y que por lo tanto, la forma en que se planifiquen, diseñen y gestionen las ciudades determinará también las oportunidades de inclusión.

Durante las sesiones intervinieron expertos provenientes de ONU-Habitat, del gobierno regional y local de País Vasco, organismos internacionales, universidades, organizaciones sin ánimo de lucro, redes y plataformas internacionales, grupos de investigación, entre otros.

Incluyendo a las personas mayores

Las ciudades y comunidades amigables con las personas mayores fomentan el envejecimiento activo y saludable. Permiten a las personas mayores envejecer de forma segura en un lugar adecuado para ellos, evitar caer en la pobreza, continuar desarrollándose personalmente y contribuir a sus comunidades conservando la autonomía y la dignidad. Con mejores entornos, mejor atención médica y más oportunidades, las personas mayores a menudo son agentes de cambio activos, no solo en sus propias vidas, sino también en sus comunidades.

En agosto de este año la 73a Asamblea Mundial de la Salud aprobó la ‘Década del Envejecimiento Saludable 2020-2030’, plan que coloca a las personas mayores en el centro y reúne a gobiernos, sociedad civil, agencias internacionales, etc. para mejorar la vida de las personas mayores, sus familias y las comunidades en las que viven. Además, la Organización Mundial de la Salud ha establecido la Red mundial de la OMS para ciudades y comunidades adaptadas a las personas mayores, para fomentar el intercambio de experiencias y el aprendizaje mutuo entre ciudades y comunidades de todo el mundo sobre esta materia.

Conclusiones de la jornada

  • Para las personas de avanzada edad, el espacio público representa la posibilidad de llevar una vida activa superando el aislamiento, promoviendo la inclusión y la interacción social. El diseño de ciudades y espacios públicos debería ser más amigable, accesible, diverso y flexible, para que pueda ser mejor aprovechado por las personas mayores, siendo involucradas activamente en el proceso de su diseño y gestión.
  • Los expertos destacaron el vínculo entre la vivienda, la pobreza y la vulnerabilidad, y cómo la Covid-19 ha expuesto y magnificado las diferencias sociales durante los confinamientos debido en gran medida a las condiciones de las viviendas existentes. Señalaron que el enfoque de la vivienda para personas mayores debe partir poniendo en el centro a las personas, y desde una perspectiva de derecho. Comentaron, además, que es necesario garantizar la asequibilidad y accesibilidad de las viviendas y que las mismas sean ubicadas en entornos con servicios cercanos y construidas con estándares adecuados de confort.
  • La movilidad es un elemento clave en las ciudades para garantizar la inclusión social, especialmente en relación con los grupos más vulnerables, que a menudo viven lejos de los centros urbanos y carecen de acceso al transporte privado. La tercera sesión de la reunión abordó la necesidad de un transporte público accesible para las personas mayores, para quienes la movilidad es un factor crucial para evitar la dependencia. Se hizo hincapié en la necesidad de crear condiciones para garantizar también una movilidad multi-modal también para personas mayores, promoviendo una amplia gama de posibilidades, desde condiciones adecuadas del espacio público para los desplazamientos peatonales, hasta servicios de transporte especializados que garanticen la movilidad de personas con dificultades.
  • Finalmente, los expertos compartieron que la edad es un eje de desigualdad, así como el nivel socioeconómico o el género. La interseccionalidad de estos ejes es un factor multiplicador que determina dónde vive una persona y sus tendencias de salud. La salud va más allá de los servicios asistenciales y es necesario entender la salud como bienestar y considerar el papel de sus determinantes sociales a nivel social, técnico y político. Las personas mayores sufren una vulnerabilidad social además de la vulnerabilidad biológica, lo que agrega el riesgo de edadismo, la cultura del descarte y el avasallamiento de derechos. La Covid-19 ha expuesto la necesidad de educar y formar a los profesionales sobre el envejecimiento y concienciar a la población.

(Fuente original: ONU Habitat España. Foto: Philippe Leone)

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