La revista para la sostenibilidad urbana y el cambio global
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¿Dónde viven los ciudadanos más felices del mundo?

Helsinki (Finlandia), Aarhus (Dinamarca), Wellington (Nueva Zelanda), Zurich (Suiza), Copenhague (Dinamarca), Bergen (Noruega), Oslo (Noruega), Tel Aviv (Israel), Estocolmo (Suecia) y Brisbane (Australia) son las diez ciudades del mundo cuya población reporta un mayor “bienestar subjetivo”, es decir, donde los ciudadanos son, supuestamente, más felices.

Lo pone de manifiesto el último informe World Happiness Report, que elabora cada año la  Red de Soluciones de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas a partir de los datos de la encuesta mundial Gallup. Normalmente, el WHR plasma sus resultados en un ranking: el Índice de la Felicidad Mundial, que compara el bienestar subjetivo en más de 150 países. Pero la edición de este año incluye además un ranking que mide la felicidad urbana, analizando las valoraciones de los ciudadanos de 186 localidades.

Se diferencia de otros índices de urbes del mundo, según sus autores, en que recoge las opiniones de los ciudadanos respecto a cómo viven, dejando que éstos decidan qué cuestiones tienen más o menos relevancia en su evaluación, en lugar de confiar en una lista de variables que los investigadores consideran relevantes para ello. “Esto emancipa a los encuestados para que consideren y sopesen por sí mismos qué variables —sean o no dignas de observar para los investigadores— perciben como más importantes para ellos”, defiende el informe.

Para medir el grado de satisfacción con la vida de cada cual emplean lo que se conoce como “la escalera de Cantril”. Con esta medida global, se pide al participante que se sitúe mentalmente en una escalera en la que el nivel más bajo —el cero— representa la peor vida imaginable y el máximo —el diez— sería la mejor vida posible. Así, cada uno reporta su bienestar subjetivo en general. Pero también se tiene en cuenta la percepción de felicidad en el día a día de los ciudadanos, a partir de la información de la Encuesta Mundial Gallup. De las ciudades españolas, sólo se incluyen Madrid y Barcelona, con la capital española en el puesto 48 y la catalana en el 55.

Una de las conclusiones que se extraen del índice es que las urbes más felices coinciden en buena medida con los países más satisfechos con sus condiciones de vida. Los primeros países de la lista son Finlandia, Dinamarca, Suiza, Islandia y Noruega, seguidas de Países Bajos, Suecia, Nueva Zelanda, Austria y Luxemburgo.

Otra, que las ciudades menos felices no están concentradas en áreas geográficas pero sí tienen algo en común: el sufrir o haber sufrido recientemente los estragos de un conflicto bélico, una fuerte inestabilidad política o catástrofes naturales de impacto prolongado (como es el caso de Puerto Príncipe, en Haití).

Las urbes más infelices según el ranking son (en orden descendiente, o sea, de más bienestar subjetivo a menos):  El Cairo (Egipto), Bangui (República Centroafricana), Maseru (Lesoto), Nueva Delhi (India), Dar es Salaam (Tanzania), Yuba (Sudán del Sur), Puerto Príncipe (Haití), Gaza (Palestina), Sanaa (Yemen) y Kabul (Afganistán), que ocupa el último lugar del listado.

El triunfo de las ciudades escandinavas

Las urbes del norte de Europa ocupan los primeros puestos. De hecho, junto con la australiana ciudad de Brisbane, y la capital de Nueva Zelanda, las únicas urbes del top 10 que no son escandinavas son Zurich y Tel Aviv.

Por esto, el estudio dedica un capítulo entero a analizar el éxito nórdico, y desmonta algunos de los mitos que se suelen emplear para desacreditar el modelo escandinavo. Desde la homogeneidad de la población al tamaño, el clima o la cantidad de suicidios, los expertos de diversas universidades de prestigio —de Aalto y Tampere (Finlandia), de Roskilde (Dinamarca) y de Gothenburg (Suecia)— desmienten una a una las explicaciones con las que se desafía la mayor felicidad reportada en las sociedades nórdicas.

No es cierto, dicen los investigadores, que estas sociedades sean más homogéneas. Al contrario, son heterogéneas. En Suecia, en torno al 19% de la población ha nacido en el extranjero. Y las ciudades, como cabe esperar, tienen más diversidad étnica. En cualquier caso, aunque algunos estudios han demostrado que la diversidad étnica revierte en peores niveles de confianza (por tanto, menor bienestar) el estudio aclara que cuando esto sucede se debe a las desigualdades económicas, y no a los elementos culturales o lingüísticos en sí. Así que, incluso que estas ciudades fueran más homogéneas no explicaría que fueran más felices que la media, al ser poblaciones, por lo general, más igualitarias que el resto.

Respecto a los suicidios, si bien es cierto que en las décadas de 1970 y 1980 las tasas de suicidios en estos países eran elevadas, desde ese momento hasta ahora las cifras han decaído de manera drástica. Hasta el punto que las tasas de suicidio de los países nórdicos no difieren mucho de la media europea, y son similares a los de Francia, Alemania y Estados Unidos.

En cuanto al clima, los expertos señalan que no tiene tanta influencia en la felicidad como solemos pensar. “El clima promedio es algo a lo que la gente se adapta y, por lo tanto, típicamente no afecta mucho la satisfacción de vida de aquellos acostumbrados a un clima determinado”. Así, el hecho de que estas ciudades sean frías y oscuras en invierno no incide en el grado de felicidad de la forma en que supondríamos.

En cambio, cita como elementos clave la salud de las instituciones y el estado de bienestar, el modelo basado en amplio gasto público para cubrir todos los servicios esenciales, acabar con la desigualdad y generar confianza entre la población,  lo que contribuye a una mayor cohesión social (texto: Marta Montojo. Foto: ICS/Depositphoto).

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