El fenómeno chino de las ghost cities y las nuevas e insostenibles propuestas que se están llevando a cabo, no sin importantes problemas financieros, como The Line o Trojena, tienen varios denominadores comunes que hacen que los errores de las primeras puedan verse reproducidos en estos nuevos megaproyectos.
Entre ellos, se encuentran la rápida urbanización, la especulación inmobiliaria y la excesiva planificación gubernamental. Aunque podamos identificar en ellas diferentes formulaciones y grados de modernización, comparten una visión a largo plazo en la que no se dan señas de preocupación alguna por el consumo y uso excesivo de los recursos naturales o la pérdida de hábitat y la biodiversidad, así como de su contribución al cambio climático.
La experiencia de sus grandes desarrollos urbanísticos con modernos servicios, pero baja ocupación, ha hecho virar al gobierno chino su política de urbanización, mostrando en los últimos años una mayor preocupación sobre cómo la planificación urbana debe equilibrar las aspiraciones de innovación con la preservación de los recursos naturales y los ecosistemas locales.
A ello se han sumado la implementación de estrategias de construcción y gestión que minimizan el impacto ambiental, la promoción de la eficiencia energética y la intención de que las nuevas ciudades del país no sólo sean habitables para el futuro inmediato sino también sostenibles para las generaciones futuras.
Nuevas ciudades saudís: innovación futurista e insostenibilidad
Las noticias de prensa en las que se hace referencia a nuevos proyectos faraónicos de ciudades saltan de vez en cuando a primera plana de revistas y noticiarios. Así hemos conocido que en Arabia Saudí se están promoviendo diferentes proyectos como parte de la iniciativa NEOM, que buscan establecer nuevas ciudades que sean modelos de innovación y sostenibilidad.
Entre ellos destacan los nombres de The Line, Trojena u Oxagon. Aunque cada uno de ellos tiene sus singularidades, en conjunto reflejan una visión de urbanismo futurista que, a pesar de sus promesas de sostenibilidad y modernización, debería plantearnos serias preocupaciones sobre su viabilidad a largo plazo y sus impactos ambientales.
En términos generales, estos proyectos están diseñados para ser altamente tecnológicos y energéticamente eficientes, con un arraigado enfoque en el uso de energías renovables y la reducción de la dependencia de los combustibles fósiles.
Es una visión que, a priori, responde a la creciente demanda e interés global de soluciones urbanas más ecológicas, eficientes y sostenibles, y busca posicionar a Arabia Saudí como un líder en la adopción de tecnologías avanzadas para la vida urbana.
Común a ellos es también su escala, ambición proyectual y descontextualización socio territorial. En todos ellos se piensa ocupar importantes superficies poco o nada habitadas previamente, lo que implica una antropización significativa del entorno natural.
El problema de ello no es tan sólo la rápida transformación del medio, sino también una importantísima inversión masiva de recursos y capital que, por sí sola, debiera poner en duda su sostenibilidad financiera de cualquiera de estas iniciativas, máxime en un contexto como el saudí tan dependiente de las fluctuaciones en los precios del petróleo.
Para significar algunos de sus problemas ambientales basta una serie de datos que sus promotores han hecho públicos con la finalidad de atraer inversores y visitantes adinerados dejando al descubierto la insostenibilidad que niegan tener.
Así, territorialmente, The Line aspira a albergar nueve millones de personas a lo largo de 170 kilómetros y 200 metros de ancho en el desierto con la intención de funcionar exclusivamente con energía renovable.
Desde el punto de vista de la transformación del medio, Trojena se llevaría la palma. Esta nueva ciudad turística de lujo pretende atraer al desierto saudí un complejo de esquí y lagos artificiales en una región árida a costa de un uso intensivo de los escasos recursos hídricos de la zona.
Y Oxagon sería el perfecto ejemplo de falta de consideración por los ecosistemas marinos al trabajar sobre una propuesta de ciudad industrial flotante ubicada en el Mar Rojo que busca convertirse en un centro de innovación y manufactura avanzada, operando con energías renovables en una zona propensa a desastres naturales como tsunamis.
Por otra parte, la viabilidad social de estos proyectos también es cuestionable. Si bien están destinados a ser habitados por millones de personas, existe incertidumbre sobre si realmente se podrá atraer a la cantidad necesaria de residentes y negocios para justificar las inversiones.
La falta de demanda efectiva podría llevar a escenarios similares a las ghost cities chinas, donde grandes desarrollos urbanos permanecen desocupados, reflejando un desajuste entre la oferta y la demanda, durante un determinado tiempo. Entender este problema debería ayudarnos a no tropezar nuevamente en la misma piedra.
Ghost cities chinas: desocupación y desperdicio de recursos
Las denominadas ghost cities en China reflejan una problemática diferente pero relacionada. Estas ciudades se han construido con la expectativa de satisfacer una demanda urbana que en muchos casos no se ha acabado de materializar, lo que ha resultado en vastos desarrollos que permanecen desocupados a diferencia de otras que, bajo la misma denominación, son antiguas zonas residenciales que se construyeron hace más de 30 años y abandonaron porque la calidad de vida se había deteriorado, o aldeas rurales que se han despoblado tras la emigración a los centros urbanos (Shepard, 2015).
En el caso chino, este fenómeno es producto de una rápida urbanización, la especulación inmobiliaria y la planificación gubernamental masiva que no estuvo alineada con la demanda real de vivienda y servicios.
Aunque estas ciudades fueron concebidas con la intención de impulsar el desarrollo económico y acomodar a una población urbana en crecimiento, la realidad es que su construcción ha llevado a un desperdicio masivo de recursos y a la creación de entornos urbanos insostenibles.
Se trata de un fenómeno relativamente reciente que surge de nuevos proyectos vinculados a la rápida urbanización del gigante asiático, impulsados por diversas políticas de planificación a escala nacional y local como los planes quinquenales, y que tienen una notable concentración de estos desarrollos en la década de los años 2000 (Morán Uriel, 2024). A grandes rasgos, se podría concebir como una cuestión muy similar a la que plantea al gobierno saudí con la intención de diversificar su economía hacia el turismo.
Otro de los factores en el surgimiento de este fenómeno, sería el sistema de registro censal, conocido como hukou. Es un sistema, inspirado inicialmente en modelos similares de la Unión Soviética, que ha desempeñado un papel crucial en la regulación de los movimientos migratorios internos desde su adopción en 1958.
Como tal, divide a los ciudadanos en categorías de residentes urbanos y rurales. Distinción que no sólo ha afectado a la migración rural-urbana, sino que también ha moldeado el desarrollo urbano del país y ha limitado el acceso de los migrantes rurales a servicios públicos en áreas urbanas, lo que ha resultado en vastas áreas urbanas deshabitadas debido a una densidad poblacional insuficiente.
Las políticas de desarrollo urbano como el hukou o los planes de urbanización han tenido un importante impacto en la proliferación de las ghost cities de China. Desde el sexto (1981-1985) hasta el duodécimo plan quinquenal (2011-2015), las políticas fomentaban el desarrollo de pequeñas y medianas ciudades para distribuir mejor la población y estimular el crecimiento económico en regiones menos desarrolladas. Sin embargo, todo fue un fracaso y se formalizaron estas piezas territoriales de las cuales no existe un inventario nacional preciso.
No fue hasta la llegada del Plan Nacional de Urbanización (2014-2020) cuando el gobierno detalló sus ambiciosos objetivos para 2020 con el fin de dirigir la urbanización del país por una senda centrada en el desarrollo urbano sostenible a partir del fortalecimiento del apoyo al empleo industrial urbano, la optimización de la estructura espacial urbana y el patrón de gestión, el fortalecimiento e innovación de la gobernanza social urbana y la mejora del nivel de los servicios públicos básicos en las ciudades y del nivel de planificación y construcción urbanas, estableciendo condiciones rigurosas para la creación de las nuevas urbes, con el fin de evitar una expansión descontrolada de los límites urbanos (China State Council, 2014).
Esta política parte de la idea de que, debido a la excesiva superposición de funciones en la ciudad central, la excesiva densidad de población o el riesgo de desastres naturales, era realmente necesario planificar y construir nuevas ciudades y nuevos distritos bajo unos condicionantes concretos: densidad de población, intensidad de la producción y la gestión de recursos. Además, señalaban que la capacidad de carga ambiental debería coordinarse con las divisiones administrativas y compilarse de manera científica y racional.
Como herramienta de control estricto de las regulaciones de terrenos de construcción y control del avance excesivo de los estándares de construcción planteaba la planificación de estas de forma coordinada con la construcción de áreas funcionales como áreas de producción, áreas de oficinas, áreas de vivienda y áreas comerciales para promover la mezcla funcional y la integración industria-ciudad, reunir industrias y población al mismo tiempo, y prevenir el vaciamiento de nuevas ciudades y nuevas áreas.
De este modo se buscaba fortalecer la transformación de las funciones urbanas en las zonas de desarrollo existentes, promover la transformación de funciones de producción únicas en funciones urbanas integrales y ampliar el espacio para promover la aglomeración de la población y el desarrollo de economías de servicios (Liu et al., 2024).
Estos condicionantes urbanizadores, aunque surgidos en 2014, siguen vigentes gracias al vigente Plan Nacional de Nueva Urbanización (2021-2035) y se persigue la desaparición o no creación de las llamadas ghost cities surgidas de los Planes Quinquenales anteriores.
Aunque este fenómeno no ha sido inventariado oficialmente, es generalmente aceptado al referirse a ciudades o áreas urbanas chinas que, a pesar de contar con una infraestructura moderna y bien desarrollada, presentan una ocupación extremadamente baja en comparación con su capacidad proyectada.
Hay que aclarar que este fenómeno no responde al concepto occidental de ciudad ni de falta de densidad propio de otros contextos bajo esta denominación como se podría inicialmente pensar. A pesar de ello, no dejan de ser espacios de acumulación ingente de recursos y, al menos temporalmente, grandes sumideros de insostenibilidad global.
Estos espacios se caracterizan por tener vastos desarrollos inmobiliarios, edificios y servicios que están en gran parte desocupados o subutilizados. Los problemas generados pueden ser similares a los que se adelantan a las nuevas ciudades saudís.
Así, la rápida y extensa conversión de tierras agrícolas y zonas de baja densidad en urbanizaciones de alta densidad y complejos comerciales en China ha transformado el paisaje de manera drástica y, en muchos casos, irreversible.
Esta tendencia ha generado preocupaciones ambientales considerables debido a la conversión masiva de tierras de cultivo y, en algunos casos, incluso de reservas naturales en extensos paisajes urbanos.
De hecho, a pesar de estas regulaciones, se estima que más del 6% de las tierras agrícolas permitidas para la urbanización hasta 2020 ya han sido ocupadas por estas ghost cities, dando como resultado una pérdida importante e innecesaria de tierras cultivables y espacios abiertos, y afectando negativamente la capacidad de producción de alimentos y la biodiversidad local.
Pero estos desarrollos generados no sólo han reducido la superficie de tierras disponibles para la agricultura, sino que también han fragmentado y degradado los hábitats naturales y seminaturales más próximos provocando una disminución significativa de la biodiversidad y perturbando importantes procesos y servicios ecosistémicos.
Entre ellos, los ecosistemas rurales y autóctonos, incluidos los humedales y los hábitats naturales, han sido especialmente afectados por la construcción de carreteras y otras infraestructuras que acompañan irremediablemente estos desarrollos generalmente aislados.
Esta fragmentación y perturbación del hábitat ha resultado en la pérdida de especies y la degradación de los servicios ecosistémicos, tales como la polinización, el control de plagas o la regulación del agua disminuyendo la resiliencia territorial.
Incluso cuando estos nuevos desarrollos no han ocupado directamente tierras agrícolas o ecosistemas naturales, la demanda de recursos para su construcción y operación han llevado a la sobreexplotación de los recursos naturales en las áreas circundantes.
Sin duda, la construcción y el mantenimiento de estas infraestructuras ha requerido grandes cantidades de materiales y recursos, generando una demanda significativa de productos como madera, cemento, y agua. Hechos que nos han llevado a la crisis de recursos actual y que lejos quedaría de atenuarse con proyectos similares a los que plantea la iniciativa NEOM. Explotaciones que, por otro lado, han llevado a la degradación del paisaje y a la disminución de la capacidad de los ecosistemas para proporcionar servicios esenciales.
Todo ello ha contribuido a una homogeneización biótica y a la pérdida de diversidad genética. Y es que no podemos olvidar que este tipo de desarrollos urbanos a gran escala tiene impactos a largo plazo en la salud de los ecosistemas y en la capacidad de la tierra para soportar la biodiversidad y la producción de alimentos (Córdoba Hernández & Camerin, 2023).
Nada decían las políticas previas del gobierno chino sobre qué ocurriría con todo este esfuerzo y gasto de recursos para la creación de ciudades nuevas en el caso de, aunque temporalmente, fuesen consideradas fantasmas por su grado de ocupación y utilización.
Pero sí es cierto que manejaban un plan de ocupación que no parece estar descrito en los nuevos proyectos anteriormente comentados y, por tanto, terminarán abocando además a un uso ineficiente del suelo que podría haber sido destinado a actividades más sostenibles y beneficiosas para la sociedad y el medio ambiente.
Reconsiderando el modelo
Este panorama plantea una reflexión crucial desde el punto de vista de la sostenibilidad. Es necesario reconsiderar cómo se están conceptualizando y llevando a cabo estos megaproyectos urbanos.
La construcción de una ciudad desde cero, ya sea en China o en el Golfo Pérsico, debe enfocarse en un equilibrio entre el desarrollo económico y la conservación ambiental. Es fundamental que las nuevas ciudades, de ser necesarias, no solo sean viables y habitables a corto plazo, sino que también sean sostenibles y resilientes frente a los desafíos ambientales y sociales del futuro. Esto implica una planificación de las necesidades actuales de la población y de los impactos a largo plazo en el medio ambiente y la calidad de vida.
Desde una perspectiva crítica, estos megaproyectos urbanos, aunque llenos de promesas, deben ser evaluados rigurosamente en términos de su impacto ambiental y su capacidad para generar beneficios sostenibles a largo plazo.
La transformación masiva del paisaje natural y el uso intensivo de recursos plantean serias dudas sobre la compatibilidad de estos desarrollos con los objetivos de sostenibilidad global. La construcción de nuevas ciudades debería priorizar un equilibrio entre el desarrollo económico y la conservación ambiental, adoptando prácticas que minimicen el impacto negativo en el medio ambiente y promuevan la resiliencia frente a los desafíos futuros, como el cambio climático.
Para lograr esto, es esencial implementar enfoques de planificación urbana que integren prácticas sostenibles y respeten el entorno natural. La construcción debe minimizar el impacto ambiental mediante la utilización de tecnologías limpias y renovables, y la gestión eficiente de los recursos naturales.
Además, es crucial fomentar una economía local diversa y resiliente que no dependa únicamente de la especulación y el capital externo, sino que promueva un desarrollo inclusivo y sostenible.
En el ámbito social, es vital asegurar que las ciudades ofrezcan viviendas asequibles y servicios públicos de calidad accesibles para todos los residentes. La participación comunitaria debe ser una piedra angular en la creación de estas ciudades, involucrando a los ciudadanos en el proceso de toma de decisiones y fomentando una comunidad activa y cohesionada.
Sólo gracias a una cuidada planificación y una colaboración multidisciplinar se puede asegurar el éxito a largo plazo de estas nuevas ciudades, haciendo frente a los desafíos contemporáneos de manera efectiva y creando entornos urbanos que sean verdaderamente sostenibles y habitables para las generaciones futuras.
Javier Morán Uriel. Graduado en Fundamentos de la Arquitectura e Investigador del Departamento de Urbanística y Ordenación del Territorio de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Madrid.
Rafael Córdoba Hernández. Doctor Arquitecto. Profesor Contratado. Doctor del Departamento de Urbanística y Ordenación del Territorio de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Madrid. Miembro de ONU-Habitat Planners for Climate Action (P4CA)
Referencias bibliográficas
China State Council. (2014). National New Urbanization Plan (2014–2020). Central Government of the People’s Republic of China. http://www.gov.cn/zhengce/2014-03/16/content_2640075.htm
Córdoba Hernández, R., & Camerin, F. (2023). Assessment of ecological capacity for urban planning and improving resilience in the European framework. Cuadernos de Investigación Geográfica, 49(2), 119–142. https://doi.org/10.18172/cig.5638
Liu, S., Jia, L., Zhang, F., Wang, R., Liu, X., Zou, L., & Tang, X. (2024). Do new urbanization policies promote sustainable urbanization? Evidence from China’s urban agglomerations. Land, 13(4), 412. https://doi.org/10.3390/land13040412
Morán Uriel, J. (2024). Ghost cities en China: ¿distopía o predicción? Redefiniendo el concepto de estos lugares desde la densidad y el tiempo [Universidad Politécnica de Madrid]. https://oa.upm.es/82561/
Shepard, W. (2015). Ghost Cities of China: The Story of Cities without People in the World’s Most Populated Country (W. Shepard (ed.); Bloomsbury). Asian Arguments.