Lisboa será la próxima Capital Verde Europea en 2020. Y al año siguiente, en 2021, Lahti, en Finlandia. Dos ejemplos de cómo combatir los retos ambientales y sociales que plantea el desarrollo de las ciudades y la lucha contra el cambio climático en dos extremos opuestos del continente europeo. El título de capitalidad verde – European Green Capital Award- otorgado por la Unión Europea, pretende promover las acciones y recompensar los esfuerzos de aquellas capitales que se enfrentan con compromiso e ideas innovadoras a los desafíos que plantean las áreas urbanas en la actualidad. No hay que olvidar que más de dos tercios de los europeos viven en pueblos y ciudades.
Tanto la capital portuguesa como la ciudad finlandesa cuentan con un incentivo financiero de 350.000 euros de la Comisión Europea para poner en marcha su capitalidad verde y seguir trabajando para convertirse en lugares sostenibles, saludables y agradables para sus habitantes.
Una ciudad sin desperdicios
Lahti ha destacado particularmente en los campos de calidad del aire y gestión de residuos. De hecho, se ha propuesto ser una ciudad sin desperdicios para 2050. Tiene un sistema de residuos de alta calidad, según el jurado, que ha calificado de “impresionante” su infraestructura de instalaciones de tratamiento de desechos. La ciudad cuenta con instalaciones compartidas que intercambian recursos de energía y materiales en una relación simbiótica, “un ejemplo impresionante de simbiosis industrial” para la Comisión Europea.
En 2018 puso en marcha la estrategia `Ciudad audaz ambiental’ que engloba distintos planes para avanzar en los campos de la economía circular, la movilidad y la energía o la regeneración urbana, etc. Entre otros objetivos, se ha propuesto reducir las emisiones de CO2 a la mitad (con respecto a 1990) para 2025 y ser una ciudad climáticamente neutral para 2040. Una iniciativa muy original que ha llamado la atención al jurado es la de promover la reutilización y el intercambio de espacios públicos en la ciudad, y la posibilidad de alquilarlos.
Lisboa, una inspiración para muchas ciudades
Lisboa sustituirá en 2020 como Capital Verde Europea a Oslo, que detenta el título este año. El panel de expertos que conforma el jurado valoró que en pleno período de crisis económica emprendiera un camino firme hacia la sostenibilidad. Su capacidad para avanzar en este ámbito demuestra claramente que la sostenibilidad y el crecimiento económico van de la mano. Constituye toda una inspiración y un modelo a seguir para muchas ciudades.
Lisboa -la primera capital europea que firmó el Nuevo Pacto de Alcaldes para el Cambio Climático y la Energía en 2016- logró entre 2002 y 2014 una reducción del 50% en las emisiones de CO2 y de 2007 a 2013 consiguió reducir el consumo de energía en un 23% y el consumo de agua en un 17%.
Un hito en movilidad sostenible
En el ámbito de la movilidad urbana sostenible, ha adoptado planes ambiciosos para restringir el uso del automóvil y priorizar el transporte público, los desplazamientos a pie y el ciclismo. Para promover el uso de la bicicleta, lanzó en 2017 un sistema de alquiler de bicicletas y para incentivar su uso en las partes más altas de la ciudad se aseguró de que dos tercios de la flota fueran eléctricas.
En estos años, Lisboa ha logrado tejer una de las redes de puntos de recarga de vehículos eléctricos más grandes del mundo y se ha esforzado hasta conseguir que el 39% de la flota municipal de vehículos sea eléctrica.
Para mejorar el uso sostenible de la tierra y contrarrestar los efectos del cambio climático, como la sequía, el calor extremo y las inundaciones por tormentas ha desarrollado un enfoque particular en el establecimiento de infraestructura verde y de redes conectadas de espacios verdes.
Ya está abierta la convocatoria para optar a la capitalidad verde en 2022. Mientras tanto, tenemos dos importantes ejemplos que la Comisión Europea ha elegido con el objetivo de que sean replicados en muchas áreas urbanas del continente (Texto: Elena Alonso)