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Barcelona creará 21 ejes verdes y 21 plazas en el Eixample

Cinco años después de que arrancara el proyecto de Superilles en Barcelona, con experiencias piloto en los barrio de Poblenou, Sant Antoni y Horta, la ciudad condal plantea hacer de su distrito más contaminado y densamente poblado una gran “superisla”, con 21 ejes verdes como el que se ha hecho en la calle Compte Borrell, por ejemplo, y con ‘21 plazas de barrio’ —intersecciones transformadas en lugares de encuentro a partir de intervenciones ligeras como bancos, macetas y pintura— , recuperando 33,4 hectáreas de espacio para viandantes y 6,6 hectáreas de verde urbano.

Con el nuevo plan, en el distrito barcelonés del ensanche será mucho más verde y transitable a pie o en bicicleta. El objetivo es que una de cada tres de sus calles sean ejes verdes. Para lograrlo, Barcelona ha sacado dos concursos públicos, uno para crear cuatro primeros ejes verdes (en las calles Consell de Cent, Girona, Rocafort y Comte Borrell), y otro para las primeras cuatro plazas, en los cruces de Consell de Cent-Rocafort, Consell de Cent-Comte Borrell, Consell de Cent-Enric Granados y Consell de Cent-Girona. En conjunto junto, las primeras intervenciones afectarán a 4,65km y 10,35 hectáreas de vías.

Las convocatorias exigen en todo caso criterios de sostenibilidad, de forma que las propuestas deberán apostar por materiales de bajo impacto social, el mobiliario urbano habrá de ser inclusivo y en las ideas planteadas primará la eficiencia energética y la accesibilidad. Se trata, en última instancia, de devolver a la ciudadanía el espacio público ocupado hasta ahora en buena medida por los coches. El plan de las superislas es una de las herramientas de Barcelona para rebajar la polución atmosférica y la contaminación acústica, además de reducir el mismo tiempo los accidentes de tráfico y las emisiones de gases de efecto invernadero, principales culpables de la crisis climática.

La primera experiencia piloto, la superilla de Poblenou, se instaló en 2016. Desde entonces, el Ayuntamiento de Barcelona asegura que la contaminación de dióxido de nitrógeno (NO2) —proveniente de los tubos de escape de los coches—, ha caído un 33% en la zona de Sant Antoni, donde ahora circula un 82% menos de vehículos. En el barrio de Poblenou, por otro lado, la actividad comercial ha aumentado un 30%.

Pero, según inciden sus impulsores en el gobierno local, más que un plan, las superislas son una estrategia para cambiar estructuralmente la ciudad. Por eso, no solo se intenta atajar la crisis ambiental de contaminación y de calentamiento sino que la finalidad es también dinamizar los barrios, creando espacios improvisados de encuentro, alentando el comercio local y favoreciendo la movilidad activa, evitando el tráfico de paso. También buscan reverdecer el paisaje urbano, y es por eso también que se ha elegido el Eixample para convertir sus largas calles en ejes verdes: es uno de los barrios menos verdes de la ciudad.

Diseñado en 1859 por Ildefons Cerdà, el ensanche resolvía la ampliación de la capital catalana en la época. La trama octogonal, regular, se presta al modelo urbanístico de ‘supermanzanas”’aplicado ya en España desde 2008 en Vitoria y, desde 2016, en Barcelona (bajo el nombre de ‘superislas’). Aunque dispone de jardines interiores en las manzanas, carece de suficientes parques urbanos donde los habitantes puedan descansar y pasar el rato en un espacio libre de coches. Pero, al ser un área muy edificada, recuperar espacio público resulta complicado en este punto. Así, los ejes verdes y las plazas de barrio surgen como solución ‘táctica’ a estos problemas.

El objetivo es que este proyecto de renaturalización y liberación de espacio público se ponga en marcha en mayo de 2021, con la redacción de los proyectos, de forma que las obras arranquen en 2022 el resultado esté listo y sea visible en 2023.

 


Texto: Marta Montojo


 

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