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Respirar sano en espacios cerrados

El control de la calidad del aire en espacios cerrados es uno de los aspectos que ha manifestado carencias durante la actual situación de pandemia. En cuanto a la propagación del SARS-COV-2, las evidencias científicas demostraron hace escasos meses, que no solo las gotas de mayor tamaño (que se proyectan al toser o hablar a pocos metros) sino, lo que es más problemático, los pequeños aerosoles que exhalamos, se transportan y se distribuyen de forma similar al humo de tabaco en el interior de las oficinas, transporte público, restaurantes, etc. Este hecho llevó inmediatamente a la necesidad de incorporar medidas adicionales de prevención de la transmisión del virus: la correcta ventilación de espacios cerrados.

Con todo, no ha sido la primera vez que, desde determinados sectores, como técnicos de prevención de riesgos laborales, expertos en ventilación o epidemiólogos, se reclamaba la necesidad de poner el foco en esta cuestión.  Son estos expertos quienes ahora tienen una audiencia que escucha con atención sus recomendaciones, y la realidad es que: pasamos más del 70% de nuestra vida respirando el aire del interior de edificios, cuya calidad, indican los expertos, es habitualmente 5 veces peor que la del exterior. Veamos el lado positivo: más vale tarde que nunca. Esta pandemia pasará (esperemos más pronto que tarde) pero la idea de mejorar la ventilación ha venido para quedarse.

La mayoría de los lectores no vinculados con esta materia han aprendido, o empiezan a tener, nociones de conceptos tales como las renovaciones hora o litros de aire por persona, e incluso saben que, midiendo la concentración de CO2 (que exhalamos al respirar), se puede de alguna manera conocer si una estancia está bien o mal ventilada. El lector está en lo cierto: si los niveles de dióxido de carbono (CO2, que expulsamos cada minuto) aumentan, por ejemplo, en un aula de un colegio, esta estancia no está bien ventilada. El aire no se renueva porque no entra suficiente aire del exterior por puertas y ventanas para diluir este CO2. Hoy incluso sabemos que las autoridades sanitarias recomiendan una ventilación que aporte un mínimo de 12.5 litros de aire “fresco” por segundo y por persona. Esto nos permitirá no sólo diluir el CO2, sino también diluir los aerosoles en donde los virus como el SARS-COV-2 y otros microorganismos son transportados. Hasta aquí todo perfecto. Midamos sistemáticamente el CO2 en aulas, restaurantes, oficinas, gimnasios, etc. Ahora bien, ¿podemos calcular si cumplimos con estos 12.5 litros por segundo por persona?

El equipo de ingenieros, químicos, matemáticos e informáticos de Labaqua, laboratorio de análisis y especialistas en calidad del aire, ha trabajado durante 6 meses, para desarrollar una plataforma digital que permitirá, por primera vez, conocer en cada momento los litros de aire fresco que ventilan una estancia. La plataforma Air Sentinel, que es parte de la solución Air Advanced para la monitorización de la calidad del aire, las emisiones, los olores y el ruido funciona de una forma sencilla tanto a nivel de interpretación de la información como de facilidad de uso e implementación por el usuario. Los sensores de CO2 instalados en un habitaculo trasmiten cada 20 segundos el dato de concentración a una plataforma digital que calcula la cantidad de aire fresco que entra a cada minuto en el. Los sensores están calibrados (y son recalibrados anualmente) por un laboratorio con calibración por la Entidad Nacional de Acreditación (ENAC), cumpliendo por tanto con las máximas exigencias de calidad de los datos. Air Sentinel implementa, además, una serie de algoritmos que permiten establecer, por ejemplo, el tiempo máximo recomendable que una persona puede permanecer en ese espacio o el número máximo de personas que pueden ocuparlo. Otra funcionalidad interesante es el cálculo de la capacidad productiva y de la eficiencia energética. También es históricamente conocido cómo altos valores de CO2 disminuyen la capacidad de aprendizaje o la agilidad mental para realizar tareas laborales, incluso tareas básicas, o la actividad física. La plataforma Air Sentinel implementa los algoritmos propuestos por la universidad de Harvard para calcular estos valores.

 

 

Así pues: ¿Cuándo debo abrir puertas y ventanas, y durante cuánto tiempo? ¿Qué aforo máximo y qué tiempo recomendable puedo permanecer de forma segura en una determinada estancia?  ¿Necesito comprar sistemas de purificación de aire o la ventilación natural o mecánica que ya tengo son más que suficientes? ¿Cómo muestro a mis clientes que la calidad del aire de mi negocio cumple con las recomendaciones? Estas preguntas han inspirado el desarrollo de Air Sentinel, para contribuir a la recuperación tras la pandemia asegurando espacios saludables. Este tipo de soluciones aportan criterios técnicos y objetivos adicionales que ayudarán a regular de una forma más precisa qué criterios debe cumplir la hostelería o las escuelas u otros establecimientos públicos frente a aperturas o cierres, en este equilibrio tan complejo entre salud y economía.

Con el fin de profundizar en el desarrollo de las mejores soluciones integrales en materia de calidad de aire interior, Labaqua y Aire Limpio (empresa especializada en calidad del aire de interiores) hemos firmado un acuerdo de colaboración para el diagnóstico, la monitorización y el tratamiento de aire integrando plataformas digitales.

 


Texto: Dr. Ignacio Valor, Director Calidad del Aire  de Labaqua (Foto: ICS/depositphoto)


 

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