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TRIPLE: nuevo co-working de triple balance en Madrid

En un año marcado por la distancia física obligatoria y muchas empresas se han visto forzadas a apostar por el teletrabajo, ha nacido en Madrid un co-working de “triple balance” pensado para empresas con conciencia ecológica, una especie de incubadora de proyectos “verdes” enmarcada en la economía social y solidaria de la ciudad.

De la mano de la asociación de Empresas de Triple Balance (SANNAS) y del estudio de arquitectura sAtt, un grupo de emprendedoras ha rehabilitado una antigua fábrica de matrículas en el barrio de Argüelles y la ha convertido en un “edificio sano” de trabajo colaborativo. Es un espacio, aseguran, libre de contaminación electromagnética, CO2 nulo y con una misión principal: favorecer un tejido empresarial que promueva el respeto por el medio ambiente y un estilo de vida saludable.

El triple balance reivindica un equilibrio entre las conocidas como “3 Ps”: el cuidado del planeta (planet), de la gente (people), y de la sostenibilidad financiera (profit)

En el número 52 de la calle Ferraz, TRIPLE abrió sus puertas en junio de 2020. Consta de tres plantas, una por cada “P” (profit, planet y people). En ellas se distribuyen los diferentes espacios de trabajo en común, con oficinas, lugares de descanso o para hacer llamadas, un comedor-cocina, un parking para bicis, una ducha —por si los co-workers quieren llegar a la oficina a pie, corriendo o en bicicleta o se plantean tomar un descanso en su jornada para salir a hacer ejercicio—; un pequeño huerto y salas de reunión con nombres como “Rachel Carson” (autora de “Una primavera silenciosa”, un hito del activismo ecologista en EEUU) o “Alexander von Humboldt”, el conocido naturalista alemán.

“Todo el diseño del edificio está coordinado para respetar los valores que representa”, subraya Raquel Traba, fundadora de TRIPLE, junto a su hermana Rocío Traba, y actual CEO de la empresa. Según Traba, la rama ecológica del triple balance se percibe no sólo en el impacto climático del edificio (que es passive-house), sino también, por ejemplo, en las pinturas vegetales, en los materiales ecológicos —como la madera, que es FSC— o incluso en los tejidos con que se ha realizado el aislamiento, que son reciclados.

“Los materiales son de proximidad y sostenibles, no emiten compuestos orgánicos volátiles”, añade la arquitecta Paloma Domínguez, directora de proyectos en sAtt. “En el proceso de construcción medimos la huella de carbono de todos los materiales y luego los compensamos”, agrega.

En lo que respecta a la iluminación, Domínguez mantiene que se aprovechó al máximo la iluminación natural del edificio, mientras que para la iluminación artificial se buscó la mayor calidad posible en las luces LED “para eliminar la fatiga y ayudar a la concentración y a la productividad, a estar a gusto”. Se utilizaron lámparas LED con un indice de reproducción cromática (lo que se parece la luz LED a la luz natural) por encima del 90%.

Por otro lado, lo que no se ha reciclado se ha recuperado o diseñado con criterios ecológicos, recalca Beatriz Jiménez, también en el equipo directivo de TRIPLE. “Mucho se ha comprado de segunda mano y se ha restaurado. Se han mantenido los principios de economía circular dentro de los elementos que tenían sentido. Las mesas y el resto del mobiliario no reciclado, por ejemplo, se ha encargado los carpinteros artesanos de Lebrel. La madera de las mesas es certificada y están diseñadas para que la parte metálica conduzca la contaminación electromagnética a la toma de tierra”, precisa.

También la decoración, con multitud de plantas, está pensada para promover un ambiente amable. En este sentido las impulsoras de TRIPLE insisten en que éste no es un co-working para simplemente trabajar junto a otras personas sino que la idea es que se trabaje en colaboración. “No queremos que sea un sitio en el que entras, curras y te vas. Para nosotras es importante generar esa comunidad que realmente esté comprometida no ya con grandes valores, que por supuesto, sino con cosas del día a día que pasan en el edificio”, sugiere Jiménez.

Algunas empresas que trabajan en TRIPLE son, por ejemplo, sAtt, que se ha encargado además de la rehabilitación del espacio; Ecómetro, que lo ha certificado CO2nulo (compensaron mediante reforestación las 196 toneladas de CO2 emitidas en la construcción del edificio, que está “totalmente electrificado (sin elementos de combustión) y consume energía 100% de origen renovable”; o SANNAS, cooperativa de triple balance de la que estas emprendedoras son también socias. “Es relevante que SANNAS tenga su sede aquí porque ya está diciendo, de cara a las empresas asociadas, cuál es la declaración de intenciones”, comenta Traba.

 

Sin embargo, en TRIPLE admiten a empresas de todo tipo, más allá del sector ambiental. “Aunque está claro que empresas muy contrarias a nuestros principios no van a estar aquí, puede venir una persona que esté trabajando en otra área pero tenga alineación con los valores que aquí se transmiten o que esté buscando una transformación de su empresa en esa línea. De esa manera, nosotras podemos ser quienes fomenten esa transformación”, destaca Beatriz Jiménez. La idea, dice, es precisamente promover ese tipo de trabajo en red.

Para su proyecto han colaborado con otras cooperativas de la economía social y solidaria, como La Corriente, una comercializadora madrileña de energía verde; Germinando, responsables de la jardinería y naturalización del edificio; o Inbiot, una empresa navarra a cargo de los “MICA”, los sensores que han fijado a una pared de cada planta y que miden cada diez minutos valores como el CO2, los compuestos orgánicos volátiles, los formaldehídos, el monóxido de carbono y las partículas PM1, PM2,5 y PM10.

También disponen de máquinas que purifican y ventilan el espacio. “Ellas son las grandes responsables de que la calidad del aire sea óptima en todo momento, especialmente ahora, ya que sus filtros evitan que pasen partículas víricas como las responsables del Covid19”, resalta Jiménez, quien aclara que en el TRIPLE los coworkers trabajan con mascarilla en todo momento.


Texto: Marta Montojo


 

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