El pueblo, ciudad o territorio en el que vivimos es un factor fundamental para nuestra salud y bienestar. El aire que respiramos, la calidad de los espacios que utilizamos, el agua que bebemos, la forma en la que nos movemos y el acceso al alimento, influencian nuestra salud y directa o indirectamente son asuntos definidos por las políticas urbanas. La planificación urbana y territorial históricamente ha tenido, y seguirá teniendo en el siglo XXI, un papel central en la prevención de enfermedades.
Las decisiones sobre la forma en que se diseñan y gestionan las ciudades y pueblos pueden crear o exacerbar importantes riesgos para la salud de las poblaciones, o pueden fomentar ambientes y estilos de vida más sanos, crear ciudades y comunidades saludables, sostenibles y resilientes. Por eso en este momento es imprescindible una respuesta a largo plazo centrada en la planificación urbana, una que incluya la resiliencia frente a las pandemias y la sostenibilidad. Los pueblos y ciudades pueden dar respuesta a la pandemia y al cambio climático con acciones locales.
Los profesionales de la planificación urbana y de la salud pública pueden garantizar la promoción de la salud, la prevención de enfermedades y una mayor equidad, trabajando juntos en una buena planificación urbana y territorial, dando respuesta a la gestión y reducción de enfermedades transmisibles y no transmisibles.
Descárgate aquí el manual de ONU-Habitat y la Organización Mundial de la Salud “Integrar la Salud en la Planificación Urbana y Territorial”. (Fuente: ONU-Habitat).